Solo tenía una cerveza en su mesa. Miraba de reojo los platos que pasaban en la mano del camarero.
Uno veía el fútbol de pie al lado de las mesas, ahí le dejaban estar sin pedir. Unos metros más allá había un banco mojado y su ocupante habitual no podía dormir sobre él todavía. Estaba sentado debajo de un balcón y daba cabezadas de sueño.