Me gusta salir en moto. Busco momentos de poco tráfico, igual que con la bici. La noche ayuda. Conducir con cielo oscuro y sin coches es una estampa habitual. Pero no lo es a plena luz del sol. Y eso me pasó por San Andrés en pleno confinamiento. Tuve la sensación de que se había parado el tiempo y fui consciente de que aquel escenario era muy difícil de repetir. A pleno sol y ni un coche. Cuando llegué a Silva, ya sin casas, sin posibles tropezones, apreté acelerador. En la recta entre Guía y Gáldar con apenas unos segundos de aceleración a tope se puso en algo más de 200. Les aseguro que en la velocidad en sí mismo no está el peligro. Pero eso es un debate muy largo.
La primera vez que temblé en moto por acelerar fue en 1988. Cuando terminé el primer rodaje de la honda 70 (3719AJ, antes nos sabíamos los teléfonos y las matrículas). Pasé a 65kmsh bajando Chile y me quedé temblando. Por desgracia nos habituamos a las emociones fuertes, y ya no tiemblo a ninguna velocidad.
Volviendo a la recta de Guía Gáldar, y una vez alcanzada dicha velocidad me encuentro que venían en sentido contrario un grupo de unas 10 motos de la Guardia civil. Iban a unos 150kmsh. Ellos pueden. El que venía el último estaba algo rezagado y me vio. Me picó las luces con furia. Yo giré hacia Sardina , hacia el puente de los tres ojos. Solo pensé, por mucho que corra no le da tiempo de dar la vuelta y cogerme. Aparqué en Gáldar, a donde me dirigía, y entré rápido en la casa. Fue todo muy raro. Hasta el temblor con el que me quedé un rato y que hacía años que no sentía en moto.