Hay una cosa que nos resulta tremendamente difícil hacer: decir NO.
Esta dificultad es en todos los ámbitos: laboral, amistades, familia, rol de padres, vecinos.
Hay una realidad de lo más natural detrás de un NO: los recursos son limitados.
Hay noes por otros motivos, pero del que hablo en particular es cuando nos cuesta decir que NO y es algo que implica poner recursos. Por ejemplo: nos piden ayudar en una mudanza, decir a un hijo que no puede salir, decirle a un amigo que no nos aperece quedar, o decirle a un compañero o amigo que no le hacemos un favor dentro de nuestras funciones en nuestro trabajo.
En la administración pública (como en cualquier trabajo), administramos recursos. Esos recursos no son de los empleados públicos, sino que pertenecen a toda la población. El gran valor que tiene lo público (para el que lo sienta así) merece que lo cuidemos.
Una de las preguntas que debemos hacernos antes de iniciar cambios, o antes de tomar decisiones, es si lo que vamos a hacer es sostenible. Es muy fácil decir SÍ sin valorar que lo que iniciamos algún día será un problema más adelante. En mi opinión, saber valorar eso correctamente, es de las virtudes más importantes que se debe tener en la gestión.
Entonces, decir SÍ por no atrevernos a las consecuencias de decir NO es una falta de responsabilidad con los recursos que se nos ha dado para administrar. Los recursos en un trabajo no son nuestros. Y son limitados.
