El juego era el escenario.
Su cara mostraba una expresión que aún siendo inédita, estaba basada en algo que todos hemos vivido.
Miras a tu alrededor y sabes que tu cara está ahí pero por dentro solo sientes la garganta y los ojos, la garganta y los ojos, la garganta y los ojos.
Nadie es capaz de asimilar algo así. Quizá decir que era una pesadilla de la cual soñabas no poder despertar podría servir de metáfora para ver tan solo la punta del iceberg.
Mirábamos sus manos de reojo. Nadie pregunta nada en alto, por dentro es otra cosa. Memorizábamos la posición de sus manos. Nada. Medíamos mentalmente la distancia de sus dedos. Nada. Una y otra vez. Nada. No había movimiento.
Uno traza una línea recta y larga en la cabeza. No paro de pensar en que esa línea estaba empezando a pintarse. Era un pibe joder.
