lunes, 11 de julio de 2022

Marta

Marta tenía algo de ridículo a ojos de esas personas que excrutan la vida ajena midiendo con precisión cada uno de sus actos para compararlos con la normalidad aprobada por sus mentes conservadoras.

Ella solo atendía a su brújula. Tan desconectada estaba de la opiniones ajenas que nunca fue consciente ni mínimamente del miedo que provocaba en aquellas personas que solo se sienten seguras cuando un gran imán les tuerce la aguja y les evita pensar en si el anillo giratorio es posible moverlo o está anclado a toda la estructura de forma irremediable 

Una vez Marta hizo a mano unas mariposas hechas de azúcar para sus compañeros de trabajo. Todos se burlaron de ella menos una persona, que conservó  la mariposa en el desastre de su mesa de noche. Y cuando de año en año intentaba poner orden en ese cajón sacaba la mariposa cada vez más deteriorada, le sacaba una foto, se la enviaba a Marta y le servía de excusa para preguntarle cómo le iba.