Lo veo con frecuencia por la avenida. Siempre me saluda con una sonrisa, con mucha amabilidad y con un interés sincero por cómo me va. Yo ya no recuerdo su nombre con seguridad. Su hijo tiene unos 15 años y una discapacidad intelectual profunda. Siempre van juntos. El niño recibe pocos saludos de los amigos de su padre. El padre nota la incomodidad de la situación. Sabe que es más fácil saludar a otros niños. Los dos son indiferentes a esa peculiaridad del comportamiento. El amor mutuo hace que se desvanezca el color del mundo. Como todos los amores.