Conocí a Margarita siendo 30 años más joven que ahora.
Margarita tenía una verdad que defendía como podía y que sólo muchos años después se encargó su hijo de demostrar en los tribunales. Margarita me lo contó hoy. Yo siempre la creí aunque nunca supe porqué, ni hasta qué punto.
Su hijo tenía un padre y ella solo un amante, solo uno, que no quiso saber de él ni de ella. En sus cabezas hay paz y justicia.
Ese mismo hijo cometió un grave error en su vida. Las drogas hacen estragos más allá de lo que podemos imaginar desde las vidas ordenadas que llevamos algunos. Ella lo va a visitar todas las semanas a la cárcel. Es su hijo. Explica con tranquilidad el error que cometió. Muy grave, sí, pero es su hijo.