Deja el coche en la misma puerta encima de medio paso de peatones y entra tan tranquilo en el edificio. Te da ganas de sacar una foto y denunciar. Y piensas, gente adinerada que no respeta a otra gente. A los 3 minutos sale con su hija. Él bajó la rampa de espalda y riendo. Agarrando la silla de ruedas para que no cogiera velocidad. La niña podía tener 7 años. Apenas movía las manos. Y una vez más caes en la cuenta de que juzgamos sin compasión.