El amigo invisible.
Nunca me ha gustado el jueguecito.
Hace ya unos 20 años organizamos uno el trabajo.
Una montaña de regalos inundaba el lugar de desayuno habitual.
Todos esperando a escuchar su nombre.
Terminó la montaña y todos tenían su regalo en la mano menos una.
Alguien se había olvidado de ella. Efectivamente sobró un regalo y faltó otro.
Y Carmen, aquella leonesa de poco más de 20 años, que pasaba sus primeras navidades fuera de casa salió de allí.
Y aquella preciosa boca siempre de carmín la vi por primera vez sin la sonrisa que nos regalaba a todos cuando nos veía.
No puedo recordarla sin sonreír.Solo su corazón era más grande que su boca.
Unos años después se fue para su tierra y nunca supe más de ella.