Como el atardecer que, sin remedio, nos deja cada vez con menos luz. Cómo el riachuelo en la calzada que se seca tras la lluvia. Como la lágrima que cae y termina secando el llanto. Así se apagará. Pero no por falta de fuerza. Solo por querer terminar como mismo empezó. Con una fuerza brutal. Por eso el límite temporal solo hace engrandecer lo que fue. Y luego nada será como si no hubiera sido, y dejará huella. Al principio dolerá y luego será un bonito recuerdo. Para siempre