La necesidad de estar tocando tu piel abre la puerta a la excitación con calma, al deseo a fuego lento, a la satisfacción sin buscar un fin, sin llegar a un fin. Es sólo una armonía infinita de dos cuerpos que se buscan en la oscuridad de la noche.
La necesidad de estar tocando tu piel abre la puerta a la excitación con calma, al deseo a fuego lento, a la satisfacción sin buscar un fin, sin llegar a un fin. Es sólo una armonía infinita de dos cuerpos que se buscan en la oscuridad de la noche.