Fui al masaje ya casi húmeda pero con las ideas claras: ni de coña.
Cuando vi al masajista se me aceleró un poco el corazón. Mamón, pensé.
Tío jovencito y ojitos lindos. Yo cerré los ojos pero no podía dejar de pensar que quién me estaba manoseando mi espalda era aquel pibito.
Yo tenía la cabeza de lado. Vi su pantalón a la altura de mi cara y pensé: si echo un vistazo al paquete no creo que se dé cuenta.
Lo vi un poco voluminoso, miré su cara y estaba algo turbado, ¿Agitado? No quise pensar más en el tema pero notaba claramente que mi respiración cambió.
Y aunque quise engañarme , abajo sentí cambios, joder, estaba empanada.
Puse las manos por encima de mi cabeza. Él me empezó a dar masajes en el cuello desde arriba, desde la posición de mi cabeza.
Casualidad o no mis manos cayeron en aquel bulto que estaba más crecido de lo normal. Sentí que estaba duro.
Ya no tenía dudas. Estaba moviendo su cadera frotándose con mis manos.
Yo solo pensé en una cosa. Abrí mis manos, bajé la cremallera y empecé a masturbarlo.
Él seguía dándome masajes en el cuello mientras su respiración estaba cada vez más agitada.
Le pedí que se pusiera a un lado y ya con toda la comodidad del mundo me metí su verga en la boca. Solo quería sentir cómo se agitaba. Me dijo que parara. Se tumbó encima mío yo boca abajo. Me besó el cuello mientras sentía su bulto en mi culo. Joder estaba a punto de correrme sin que me follaran. Yo que siempre he sido muy de penetración.
Ahí tuvimos que dejarlo. Era la hora. Pagué y me fui.
Me dijo que volviera la próxima semana.
Le dije que por supuesto. Que quería el tratamiento completo.