jueves, 27 de octubre de 2022

La memoria

Él dejaba el bombón sobre la mesa durante horas hasta que llegara el almuerzo, no le gustaba comer nada a media mañana. 
Él lo sigue haciendo ahora pero no recordaba que lo hiciera hace 30 años, cuando comenzó un amor con ella que duró 4. 
Fue un amor de un romance apasionado, con muchas risas, con cartas de amor, con mucha confianza y complicidad,  con cintas de cassette dedicadas tras comprar CDs originales y ser el chico más feliz del planeta abriendo el plástico. 
Él siempre amó las locuras, como apagar las luces del coche en una recta sin farolas y sorprenderse de la oscuridad absoluta. Siempre exprimió su tiempo al máximo, era imposible seguirle el ritmo. Y se reconoció en lo que ella contaba de entonces en su forma de amar ahora, intensa; en su forma de comerse la vida, a bocanadas.
Él necesitó hablar con ella para saber de su pasado, para encajar piezas, para saber que hubo un momento mejor en aquella juventud incipiente. Duró un largo atardecer la conversación. Cuando se fue el sol ambos eran otros.
Ella le señaló una uñita de luna que se ocultaba tras el horizonte y se dejaba ver poco entre nubes. Mira, es el eclipse, hoy había uno. Fue un momento mágico. Él sabía que el sol se había ocultado hacía rato y que sólo era la Luna lo que se veía. Pero no le dijo nada, al fin y al cabo la magia está en la cabeza de cada uno y aquel momento no debía romperse. Al fin y al cabo ella estaba siendo su memoria y ese eclipse se lo podrá recordar a él dentro de otros 30 años, quién sabe.

martes, 18 de octubre de 2022

tu trabajo

Son las 14.30. Estás tan concentrada en tu trabajo que no has advertido que la oficina se ha vaciado de compañeros.
Oyes unos pasos que se acercan pero no levantas la cabeza. Se para delante de ti, más bien a un lado. Levantas las cabeza y te planto un beso apasionado. No te da tiempo a coger aliento. Te sofocas. Te falta aire. Qué haces aquí, es lo primero que piensas. Luego piensas en tus compañeros pero abres un ojo y ves que la sala está vacía. Así que cierras los ojos con un suspiro y te dejas llevar. Abres y cierras la boca y disfrutas del sabor de mis labios. De repente sientes mi mano ponerse entre tus muslos. Abres los ojos con sorpresa y deleite. 
Estás radiante tal cual te vi en la foto que me mandaste. Quiero más.
Vente, me dices. Y me llevas de mano a unos archivos. Haces girar unos volantes metálicos y estanterías gigantes se mueven. Creas un espacio entre estantería y estantería y me miras con una sonrisa que implica deseo.
Allí te desnudo mirándonos. Tú me desnudas a mí con la mirada y luego con las manos.
Nos abrazamos y nos tocamos.
Te giro y apoyas tus brazos en las baldas de expedientes. Casualmente ves uno con el que estuviste está mañana sin saber que ibas a estar desnuda con tus manos apoyadas en él unas horas más tarde.
Te penetro por detrás. No puedes evitar unos gemidos, una respiración agitada, gozas, estás excitadisima. No quitas las manos de las estanterías y sientes las embestidas brutales y mis gritos porque estoy llegando.
Te pones tan cachonda que te corres escuchando y sintiendo mi pene entrando en tu sexo.
Me apoyo en tu espalda. No puedo tenerme en pie.
Nos acostamos y nos partimos de risa. Eres genial, te digo.




miércoles, 12 de octubre de 2022

el banco

Lo veo mucho paseando por las canteras.
Suele ir sin blusa. Es un auténtico portento físico. Alto. Atlético de forma natural. Es muy guapo. Moreno de piel y pelo. Siempre va serio y con una gran mochila a cuesta.
Desde la primera vez que lo vi me di cuenta de que algo no pegaba. Su expresión no era la de un tío presumiendo de cuerpo por la avenida. Cualquier otro tío con ese cuerpo hubiera llevado una expresión inconfundible de chulería.
Él no.
Algunas veces está sentado en algún banco mirando al horizonte. Nunca con el móvil.
Solo una vez lo vi acompañado y era con un chico que vive en la calle con su bicicleta del que una vez escribí algo por aquí.
Paseando con mi hijo hace unos días le dije que me gustaría saber cuál es su historia. 
El lunes pasado lo vi pidiendo delante del Mercadona.

domingo, 2 de octubre de 2022

los celos

En ocasiones nos liamos con celos del pasado, del presente e incluso del futuro en las relaciones sentimentales.
Asumir la total libertad de la otra persona es lo ideal para superar esas inseguridades y miedos. Pero en esa asunción hay grados y no es fácil asumir la "total" libertad del otro. Todos tenemos nuestros miedos e inseguridades en algún grado. Influidos por supuesto por la confianza que depositemos en la otra persona.
Pero mientras llega ese ideal olvidamos una experiencia que hemos vivido más de una vez. Y es que pasado un tiempo de haber finalizado cualquier relación nos importa un carajo con quién estuviera antes que con nosotros, con quien esté después de nosotros, y si me apuran hasta con quién hubiera estado mientras estaba con nosotros.