La elección puede ser más consciente o menos. Puede ser más fácil o más difícil. Puede llevarnos a reflexionar días o a tomar una elección en el acto. Puede tener consecuencias de poco alcance o de mucho alcance. Puede tener consecuencias a corto, medio o largo plazo. Puede tener un costo pequeño o grande. Y el costo puede ser material o emocional.
La libertad de elección la tenemos.
Y siempre estamos tomando decisiones. Incluso un matrimonio que lleva 20 años de relación y ha elegido estar juntos cada uno de los días de esos años.
En mi opinión y en mi experiencia lleva décadas asumirlo y no protestar por todo cuando somos nosotros los que tenemos parte de responsabilidad en la elección.
Ahora bien.
Cuando alguien no se nos muestra como es realmente sino como deseamos nosotros que sea esa persona nos está limitando nuestra capacidad de elección, nuestra libertad de elección.
Podemos decir que nosotros elegimos con lo que nos dan y lo que pasé detrás no nos afecta. No deja de ser cierto. Pero yo elijo dedicar unos recursos a esa persona, mi tiempo, una atención, una apuesta por ella, una prioridad. Y mi apuesta se basa en quién creo que tengo delante. Así que si hay disfraz mi elección muy probablemente no hubiera sido la misma. Y aún así se aprende a asumir que también en estos casos elegimos libremente y que igual estamos dedicando unos recursos sin estar convencidos de querer ofrecerlos por voluntad propia.