medias naranjas

Yo sí creo en las medias naranjas. El problema es cuando se piensa que sólo somos la otra mitad.

Y no tiene que ser así forzosamente. Uno puede ser un frutero entero. Esa variedad de cosas es lo que somos. Y una de ellas es esa media naranja. 

Encontrar a alguien a tu medida y viceversa es una experiencia maravillosa a la que no debemos tenerle miedo. Encontrar esa media naranja significa tener una buena relación con alguien en una parte de tu vida. Que puede ser sentimental, de amistad, de compañeros de trabajo, incluso de familia. Alguien que busque lo mismo que tú en esa faceta y que te ayude a crecer en esa y otras facetas.

Cada vez veo más claro que antes de buscar y encontrar esa media naranja tienes que estar bien podado. De lo contrario se pudren pronto las dos mitades.

El abrazo

Tu boca es un prodigio de sensualidad. La miro y soy consciente de lo afortunado que soy por estar aquí y ahora. Contigo.

Meto la mano en tus braguitas con algo de brusquedad pero no toco tu sexo. Solamente la piel que lo rodea mientras siento que suben tus jadeos y te mueves cada vez de forma más incontrolable.

Me gusta esperar y estar seguro de meter el dedo cuando hay un pozo de excitación. Sentir que te retuerces contra mí y tienes que dejar de besarme.

Me vuelve loco verte gozar y me encanta que hables sin tapujos. Que pidas sin tapujos. Que ofrezcas sin tapujos. Que me mires mientras haces una obra de arte con tu boca en mi sexo. 

Que me pidas más y te la metas cuando quieras. Que sepas moverte, ahora te toca a ti. Que me avises, hazlo siempre porque disfruto sabiendo que estás gozando. Y me fascina que cuando alcanzas el orgasmo te abraces, hazlo fuertemente. Piel con piel de arriba a abajo. Quieta. Tiembla. Abrazada a mí, así, indefensa, sin poder moverte de éxtasis. Tus orgasmo son la cosa más bonita que he vivido en el sexo.

La película

La imagen eres tú acostada de lado con la cabeza levantada apoyada en la palma de tu mano. 

Me cuentas el argumento de una película erótica. Me miras y afirmas con la cabeza. Miras al cielo y sigues  hablando. .

Nunca he disfrutado tanto escuchando a una mujer. 

Siento que mi sexo despierta mientras acaricio tu cuerpo desnudo a pesar de que acabamos de hacer el amor

Yo simplemente me quedo absorto y pienso en que deseo que el espectáculo no acabe jamás.

la barra

Descolgó la pizarra de la pared del bar y la plantó delante de los clientes. Esa era la carta. A tiza. Sin precios, demasiado bajos para que alguien protestara al pagar.

¿Los postres son hechos aquí?

Sí

¿Por usted?

Nadie más trabaja aquí. 

Cuando no estaba atendiendo esperaba detrás de la barra con los brazos cruzados y apoyados, como asomado a un balcón. Con la mirada fija.

Qué raro me resultaba verlo. Era pura belleza. Era como ver en directo el pasado. Pensé: no tiene móvil.

Simplemente estaba. Esperaba. No tenía cara de aburrirse ni divertirse tampoco. Esos lujos de darle tanta importancia a las emociones no iban con él. 

marzo

Pudo ser cualquier martes de marzo. Daba exactamente igual el día. 

Palabras, gestos, sonrisas verdaderas, ríos de honestidad naturales y trasparentes. 

Besos blancos y húmedos, abiertos, palabras, más besos. 

Tu cara de complicidad. 

Tu naturalidad en el sexo. Tu saber disfrutar. Tu decisión en elegir. Tu delicadeza natural al decir las cosas. Tu libertad sin más, sin lucha, sin reivindicaciones, la expresas con naturalidad y no hace falta más. 

Tu claridad de ideas. Tus maravillosas conclusiones. 

Tu pérdida de control en tus orgasmos, algo tan tuyo e íntimo. Acompañarte en uno de ellos con un abrazo es un relago de la vida.