jueves, 9 de julio de 2015

Abandonada a su suerte.

Llevaba tres días muerta.
Algunos transeúntes miraban de reojo. Otros pasaban sin compañía y miraban directamente.
El servicio de limpieza no la había advertido, en clara negligencia de sus funciones no llegando a esas zonas casi escondidas.
Al tercer día, quizá por unas ganas ocultas de escarmiento, pensé en poner una señal a la vista, quizá un cartel que dijera "llevo tres días en el velatorio", pero al pasar cerca vi signos de vida. Movimientos enérgicos que intentaban quemar sus últimas posibilidades de aferrarse a la vida. Y vi claro lo que debía hacer. Acerqué un papel que estaba junto al cuerpo. Inmediatamente, al sentir el contacto con el papel, se dio la vuelta y salió corriendo. No merecía otro final por muy cucaracha que fuera.