sábado, 31 de enero de 2015

Los ojos rojos y húmedos...

   Lo he contado muchas veces. Hace ya bastantes años me encontraba en el cementerio San Lázaro por un fallecimiento de un familiar cercano. Además fue una muerte prematura. Fueron unos días dramáticos en mi familia. Estaba sentado en las escaleras de piedra de la entrada. Me encontraba solo. En ese momento llegó un coche furgoneta y se acercó poco a poco a la acera aparcando en la misma fachada del cementerio. Dentro del coche había cuatro monjas vestidas exactamente igual, todas ellas mirando al frente como si llevaran las cuatro el control del coche. El vehículo dio un pequeño tropiezo al tocar con la acera y las cuatro monjas se inclinaron hacia adelante un poquito al unísono. La matrícula se despegó y se quedó caída en la acera delante del coche boca abajo. Yo no pude aguantar la risa en lugar y situación tan comprometidos y metí la cabeza entre las rodillas dando saltitos con mis carcajadas silenciosas por causa de fuerza mayor. Cuando algo no se debe hacer se hace con más ganas... El caso es que a los pocos segundos, antes de recuperarme de la risa, sentí en mi espalda unas palmaditas de "consuelo" de otro familiar mío y sus palabras de "tranquilo, tranquilo...". No levanté la cabeza, por supuesto. Unos minutos más tarde, ya recuperado, me levanté, y el familiar que se acercó a "consolarme" comprobó que tenía los ojos rojos y húmedos...

miércoles, 28 de enero de 2015

frases lunares...

Paseando por la avenida de Las Canteras de vez en cuando veo a una persona de unos 80 años que siempre lleva un esparadrapo debajo del labio. La habré visto unas 20 veces a lo largo de varios años. Muy delgada. Suele llevar una rebeca negra, muy fina, sin llevar los brazos dentro de las mangas. Pelo blanco, largo, con una coleta. Cara triste. Me mira a los ojos cuando me la tropiezo. Supongo que a todos los que la miran. Casi siempre acompañada de un hombre que parece ser su marido. No recuerdo la cara de él.
Solo una vez la vi sin el esparadrapo. Una verruga gigantesca estaba oculta bajo ese esparadrapo. Esa venda casera no tapaba una herida pasajera.
Siempre me he preguntado por qué no se ha quitado esa verruga. No creo que sea por causas económicas porque seguro que lo cubre la sanidad pública, y si no fuera así yo creo que tan caro no puede ser quitarla en una consulta privada.
Hay personas que creen que si el destino o "el señor" les ha dado una cruz debe ser por algo y no desean desprenderse de esa cruz.
Toda una vida marcada por un complejo. Esa cara triste, desconsolada. Sabedora de ser objeto de miradas ajenas. Ese sacrificio de estar siempre pendiente de tener el esparadrapo. Esa imposibilidad de besar con tranquilidad. No solo a su marido, a sus hijos si los tuviera, a sus nietos, a sus amigas.
¿Y si fuera el tema económico? ¿estaría en mis manos o en las de muchos que la vemos "arreglar una vida"? ¿debería alguien preguntarle?
¿Y si fueran sus creencias personales religiosas? Ese pequeño tiempo que tenemos de paso por esta vida ¿marcada por una creencia?

viernes, 23 de enero de 2015

...Y los cuarenta ladrones.


"Tú aún eres un crío, pero cuando cumples los cuarenta, ya tienes más pasado que futuro"
                                                                   Caídos del Suelo. Ramón Betancor.
Una genialidad literaria de Ramón. Una más.


Pero vamos a intentar ver la botella medio llena.

A los cuarenta uno tiene recuerdos básicamente de los diez años en adelante. Antes de los diez solo algunos recuerdos y de los diez en adelante poco a poco uno tiene el mapa de nuestra vida cada vez más llena de recuerdos.

Si analizamos lo que ha pasado en esa "vida de recuerdos", en esos treinta años a lo sumo, resulta que a primera vista nos parece un suspiro. Y así es, porque como tantas cosas, el tiempo también es relativo. Pero a poco que indaguemos más tenemos la sensación de haber vivido toda una vida desde entonces. Nuestra vida. Y nos queda por lo menos otra por vivir.

Si por un lado nos cuidamos , y por otro tenemos la suerte de que no nos toque premio en esa ruleta que son algunas enfermedades, el resultado es toda una vida por delante. 

El apego a la vida es muy fuerte durante los años anteriores y posteriores a los cuarenta. Quizá eso haga que nos planteemos muchas más cosas. En la adolescencia abunda el atrevimiento y el asumir riesgos, se busca posicionarse en relación a los demás, y eso resulta vital para los adolescentes. No por causas reales pero sí por causas que vinieron heredadas de nuestros antepasados y que no hay manera de cambiar en ninguna época de la humanidad.

Seguramente este apego disminuya en todas las personas con la edad y el drama de una muerte a los 90 no es el mismo que el de una persona con 40. Para bien y para mal. Quizá sea lo mejor para todos.

Reflexionar sobre qué valores tenemos cada uno en relaciones familiares, amistad, trabajo, salud, ciudadanía puede resultar de ayuda. Con respecto a esos valores, nuestra manera de pensar sobre cada uno de ellos es muy importante. Centrar nuestras actividades, nuestros próximos planes en acciones relacionadas con esos valores influye enormemente en nuestra felicidad existencial.

No esperemos que el día a día sea un "qué bien me siento" todo el rato. Eso no existe en nuestra especie. Nuestras emociones están preparadas para notar diferencias y responder a diferencias, no a cantidades absolutas.

Una piscina tiene una parte más profunda que otra pero en toda la piscina existe una superficie y que a la vista es igual en cualquier parte de la piscina independientemente de lo que haya debajo. Esa superficie es en la que flotan nuestras emociones. Da igual el fondo, siempre nos movemos y nos mareamos en la superficie.

jueves, 15 de enero de 2015

La mesa.

- Mamá tengo hambre.
- Lo sé hijo, pronto llegará tu padre con la comida.
- ¿Cuánto tiempo falta para que llegue mamá?
- Pues creo que poco mi amor.
- ¿Por qué no viene antes?
- Papá hace lo que puede cariño. En ocasiones no depende de él. Más bien nunca depende de él. Se le puede dar bien o se le puede dar mal. Tú sabes que no siempre tenemos que esperar por él. Pero hoy sí y papá lo sabe. Así que pronto estará con nosotros.
- Mamá, mañana cumplo 6 años ¿papá estará antes para cenar?
- No lo sé pero seguro que lo intenta.
- En el colegio se rieron de mí porque papá pide en la puerta de la iglesia.
- Lo sé cariño. Los niños se ríen de otros niños por muchas cosas. Papá y mamá hacen lo que pueden para que no te falte de nada. No todos los papás y mamás han tenido las misma suerte y oportunidades para tener un buen trabajo. Papá perdió el que tenía y no le sale nada. Estamos solo pasando una mala racha. Hoy desde que tenga dinero suficiente pasará por la tienda y traerá la cena cariño. No te preocupes.

viernes, 2 de enero de 2015

Las Canteras, paritorio de nuevas tradiciones.

   En estos últimos días me han llegado algunas historias que forman y formarán nuevas y viejas tradiciones en nuestra playa de Las Canteras. No son tradiciones centenarias de las que algunas vamos perdiendo. Son tradiciones nuevas, historias nuestras, de los que estamos vivos ahora, que hacen más amable nuestra convivencia en una gran ciudad. 

   Historias nuevas como la travesía entre amigos y amigas que promovió por segundo año consecutivo Eduardo Martínez y que termina con el flan de Elena, las truchas de Margarita y el queque de Sarito, foto de grupo y brindis navideño. Ese mismo día un grupo de personas brindaban como cada año sobre la barra de las canteras, nadando desde la orilla con boyas cargadas de provisiones. El 31 eran múltiples los grupos que, vestidos de forma festiva, celebraban en distintos puntos de la playa un brindis y una despedida del año. Otros por tradición van a la Peña de la Vieja, incluso en algún caso con un pacto por escrito desde 1950. 

   Dentro de la vorágine en la que se ha convertido las fiestas navideñas intento perder el menor tiempo posible en compras obligadas. Intento, como siempre, aprovechar la fuerza que me brinda la gente que me rodea y aprovechar las oportunidades que me llegan. Y esta playa, apenas ponga uno la oreja bien puesta, es un hervidero de oportunidades para vivir, para acercarnos a la realidad, para despedirnos en las pantallas y vernos en lugares, lugares como este, llenos de magia, de la de verdad.

Y es que la Playa de las Canteras es algo más que una hermosa playa de ciudad, es un paritorio de historias y nuevas tradiciones, de vivencias y convivencias; de nacimiento de nuevas amistades, de fortalecimiento de vínculos con nuestra tierra, con nuestra gente.